En el Día del Estudiante Universitario, los jóvenes están a la expectativa, pero sin perder las esperanzas. Hace unos años sus principales preocupaciones eran mejoras en infraestructuras, presupuesto justo, transporte y calidad educativa, pero ahora se le sumó la necesidad de un mejor país para no tomar una de las decisiones más difíciles que cada día cuenta con más seguidores: irse de Venezuela.

Samantha Ospino, estudiante de la Universidad de Carabobo (UC), solo piensa en su futuro y en el momento que termine su carrera. Espera que se pueda reactivar el aparato productivo del país para que los jóvenes y futuros profesionales puedan desarrollarse en un ambiente favorable en el país. “Así se podría garantizar el bienestar a futuro y mermar la fuga de talento, que se sigue incrementando”.

Cada 21 de noviembre se recuerda aquella época de la historia, protagonizada por estudiantes en 1957, quienes se unieron en una manifestación llena de riesgos, pero fundados en espíritu libertario y democrático. Su convicción fue punta de lanza para provocar el estallido de una huelga nacional, que desencadenó en el derrocamiento de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958.

Las condiciones del año 57 ni se parecen a las actuales. Ahora también deben lidiar con la búsqueda de un puesto de trabajo, bajos salarios que perciben los profesionales, escasez, inseguridad y con todo lo que se ha hecho para cerrar las fuentes de trabajo de los futuros profesionales, lamentan los universitarios.